La vida es un exhaustivo camino; simplemente eso, un serpenteante y bifurcado camino en el que todos aparecemos por casualidad. Un cúmulo de casualidades y circunstancias que nos otorgan el placer de existir. Un simple intercambio de miradas entre tus padres pudo ser la chispa que encendió el fuego, una oportuna flecha de Cupido que permite que hoy estés aquí. Muchas personas dirían "¡El destino!", yo no lo creo, el destino es tan inestable como el tiempo que nos queda de vida, lo escribes tú día a día con cada paso, cada palabra y cada decisión.
Todos nosotros aparecemos al principio del camino con nuestra hoja en blanco esperando ser rellenada, pero no estamos solos, muchas manos amigas y palabras nos guían desde el comienzo. Las maravillosas madres, que solemos ignorar o menospreciar, son las que están ahí sujetándonos firmemente para que no nos caigamos; también esta la gente que no nace con esa suerte y tiene que confiar únicamente en la fuerza de sus piernas.
Todos aparecemos con todo el equipo necesario para iniciar esa larga caminata. ¿O tal vez no?. Millones de niños nacen sin nada, en países subdesarrollados, en familias pobres, en guerras... y a partir de ahí su camino se convierte en un infierno. ¿Salidas de emergencia?, ojalá aquí las hubiese...
Y por si el camino no fuese lo suficiente difícil de por si, nosotros lo hacemos más complicado, lo empedramos con violencia, con discriminación y con muchísimos sinsentidos que no llevan a ninguna parte.
Nosotros le ponemos las piedras al camino, esas con las que tropezamos después. Y esa gente que tiene la desgracia de nacer justo ante una de esas piedras no puede avanzar, se le tapa el camino...el camino de vivir.
La vida es tan maravillosa y a la vez tan injusta...
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